¿Cómo utilizar las gasas de coagulación?
En la cirugía, la sangre siempre es un problema. Si se pincha un vaso sanguíneo y la sangre sale a borbotones, lo cauterizan con electricidad, bloqueando el vaso sanguíneo. Este es el método más rápido y eficaz. Otra forma es atar el vaso cerrado con una costura. Siempre hay un paño de gasa para eliminar la sangre. También se puede asegurar temporalmente la cazoleta con un fijador hemostático (también conocido como broche de presión). Otra opción es reducir el flujo de sangre, ya sea inyectando epinefrina. Otra opción es utilizar agentes/polvos/geles hemostáticos que sellen la zona. A veces utilizamos un torniquete para limitar el flujo de sangre a las extremidades.
En casos raros -como la rotura del hígado- los cirujanos colocan una gasa en la rotura para que tenga un efecto hemostático (recubrimiento del hígado). Al cabo de un tiempo, la gasa debe retirarse (a menos que se utilice un material absorbible).
La gasa que queda dentro del paciente es una fuente de inflamación y un posible foco de infección.
El vendaje de gasa debe usarse en una herida cerrada, ya que si se aplica en una herida nueva con pérdida de pus y sangre, debe cambiarse antes de que el exudado se seque y se pegue, ya que al cambiar el vendaje habrá que mojarse con agua para retirarlo o ducharse. Si la herida está cosida (cosida o grapada), puedes cubrirla con apósitos de gasa estéril, pero para la mayoría de las heridas que se producen en casa, las gasas pueden pegarse al exudado, y los apósitos de Tylvan sin tratar son mejores para una mayor cobertura que un vendaje.