La sangre es un importante transportador de oxígeno a los músculos. Cuando el cuerpo pierde demasiada sangre debido a una lesión, los órganos y las células pueden volverse disfuncionales y luego fallar, afectando a la vida y a las extremidades. La hemostasia rápida es muy importante en el proceso médico para proteger la vida del paciente. La vida útil de la gasa hemostática es de 1 año. La gasa hemostática cambia en el momento en que entra en contacto con la herida, permitiendo una rápida presión y hemostasia de la misma.

Según sus creadores, la gasa está hecha de celulosa regenerada, un material similar a la composición de las paredes celulares de las plantas. La gasa experimenta un cambio estructural molecular cuando se encuentra con la sangre humana, formando un gel altamente absorbente que se adhiere fuertemente a la herida y puede seguir funcionando hasta 24 horas.

Lo más sorprendente es que cuanto más sangra la herida, más fuerte es su capacidad de absorción y presión.

Una herida del mismo tamaño habría tardado al menos un minuto o más en dejar de sangrar si estuviera envuelta en una gasa normal. Si el herido tuviera menos plaquetas, tardaría aún más. Cualquier herida necesita dejar de sangrar antes de poder curarse, por lo que la gasa hemostática favorece más la recuperación de la herida.